Peña Izaga
Cuando el dia anterior quedamos para ir a la Peña Izaga en Iruñea estaba nevando. Algun amigo me comentaba que estabamos locos. En parte no le faltaba la razón ya que justo a la hora que habíamos quedado en la capital del viejo reyno hacia -2ºc, viento y ademas estaba lloviendo y nevando a ratos.
Sin embargo para nosostros, Nicolas, Asier y Julen, fue una gran sorpresa el levantarnos al día siguiente y ver que aunque los montes estaban nevados y el cielo estaba gris, no parecia que fuese a llover ni nevar.
Poco mas tarde, aunque nos encontramos con hielo camino a Reta el cielo parecía que nos iba a brindar desde la cima unas magnificas vistas del pirineo Vasco-Navarro.
Cuando llegamos a Reta el termometro del coche marcaba -3ºC, pero estabamos muy animados, no obstante para alguno de nosostros el comienzo del año montañero se inicia haciendo una visita a la cima de la Peña Izaga.
Sin embargo, vimos que la posibilidad de ver las cumbres nevadas del Pirineo ese día iba a ser mas que dificil, un milagro.
Comenzamos a caminar y ya en el mismo pueblo nos llevamos una grata sorpresa al ver unos terrenos llenos de esculturas de hierro producto de la imaginación de un artísta local , que había encontrado en dicho paraje un lugar donde inspirarse.
Seguimos nuestro camino, un camino llenos de nieve helada donde cada poco tiempo veíamos huellas de zorro, aves e incluso huellas de algun que otro jabalí.
Seguimos nuestro caminar y nos adentramos despues de recorrer un camino entre campos en un bosque de Pinos, que a mas de uno le recordaba al bosque de "Kadrior" (algún día ya os comentare la coña con dicho bosque). El camino de ese bosque era sinuoso, tranquilo , con algún que otro pino caido en mitad del bosque que los bajitos como yo lo pasabamos por debajo y otros como Nico por encima. Sólo nos interrumpia nuestro camino algún que otro pájaro cantando y alguna que otra huella de zorro y Jabalí.
Fue en ese momento cuando oimos a escasamente a unos 100 metros el grito de un jabalí, nos quedamos quietos, intentando averiguar si estaba mas cerca o mas lejos de lo que nosostros pensabamos. Pasado medio minuto decidimos continuar camino, hablando y pensado que hacer en caso de encontrarnos con dicha bestia de la naturaleza, no obstante estabamos en su territorio y lo habíamos invadido aunque solo fuera de paso.
Seguimos nuestro caminar y enlazamos al cabo de pocos minutos nuestro camino que venía de Reta con el que venía de Ardanaz, de donde parte la mayoría de la gente que sube la Peña Izaga. A partir de ahi ya nos encontramos con grupos de montañeros, que habían echo los mismos planes que nosotros, grupos de todas las edades que caminaban hacia la ermita románica que hay a pocos minutos de la cima.
En ella y para sorpresa de los tres no había apenas viento, nunca antes ninguno de los tres habíamos estado en dicha cima sin viento.
La cima estaba nevada, y justo cuando llegamos nos comenzó a nevar. Eran copos pequeños que nos hicieron disfrutar bastante de la cima aunque no tuviesemos ninguna vista; ver los Pirineos habría sido un milagro, incluso ver los campos y los pueblos de alrededor. Sin embargo nos permitió hacer alguna foto artística que otra.
Bajamos hacia la ermita y nos encontramos con un grupo que subía a la cima, alguno cuando pasaba la comitiva se resbaló y se fue al suelo debido a la nieve, al hielo y a una mala mirada.
Cuando llegamos a la ermita observamos que la cima comenzaba a despegarse y que por solo 10 minutos no pudimos observar el paisaje, sin embrago justo donde estabamos seguía nevando aunque cada vez mas debilmente.
Nos tomamos un buen almuerzo una vez llegada a la puerta de le ermita, el chorizo picante y el agua nos supieron a gloría, lástima el no tener vino (como a Natxo nos falta tambien una buena bota de vino).
Estando ahi nos hicimos unas fotos, observamos el paisaje de los campos (desde esa altura pudimos ver algo cuando ya nos marchabamos) y realizamos algun que otro video como el que aqui os dejo.
Poco despues comenzamos ha bajar por donde habiamos subido y observamos como lo que antes estaba nevado ahora era un camino de barro.
Una vez llegados al coche despues de algun resbalón y de habernos despistado en el desvío que nos llevaba a Reta, llegamos a la conclusión de que aunque no habíamos disfrutado de las vistas si que lo habíamos echo del propio monte.
La verdad es que fue una mañana montañera perfecta con un clima perfecto y a la vez extraño.
Un día que al ser tan extraño nos hizo disfrutar y ver la montaña como nunca antes la habiamos visto.
Comentarios
Publicar un comentario